lunes, 20 de septiembre de 2010

Dante y la divina crítica

Panzeri escribía en el semanario partidario El Ciclón, cuando recibió una carta de un lector, que cuestionaba su estilo. "Por su manera de protestar, parece un resentido social", sostenía. Panzeri decidió contestarle. Publicó una nota que relataba: "Recibí una carta en la que un lector me acusa de resentido social, y la fui leyendo en un viaje en coche hacia el centro, mientras veía los montones de basura acumulados en las esquinas y a muchos automovilistas cruzando el semáforo con luz roja. La seguí leyendo, en tanto advertía interminables colas de jubilados esperando al rayo del sol cobrar sus míseros haberes. Continué con su lectura, interrumpida de a ratos, mientras veía a mucha gente pidiendo limosna. Y cuando termine de leerla, llegue a la conclusión de que, efectivamente, soy un resentido social".

“Además, trataba de vivir como pensaba. Por eso su periodismo buscó escapar a las adulaciones (a veces sin fortuna), puso fervor en las investigaciones y dijo lo que nadie se atrevía”, afirma el periodista Pablo Llonto en el artículo La breve fama de un tal Dante.

No cuestionaba por cuestionar. Siempre lo hacía con análisis y fundamentos. Su columna “El hecho y el comentario” en El Gráfico, donde trabajó muchos años, generaba polémica. En una ocasión denunció: “¿Como pueden hablar de periodismo honesto los periodistas de automovilismo que de semana a semana aceptan a sabiendas de su escasa dosis de ética regalías de Ford o Chevrolet o empleos disimulados de Mercedes Benz?”.

Decía que la protesta era su recurso para defender al deporte de quienes lo destruían. Muchas veces sus fuertes críticas lo llevaron a enfrentarse con el poder político. Durante el gobierno de facto de Alejandro Lanusse, expuso la desigualdad que vivían los deportistas que viajaban a los Juegos Olímpicos de Munich, en 1972. “Los representantes del hipismo argentino viajan en primera y los ciclistas y los atletas en tercera”, denunció. Por esta declaración, el coronel Cilley Hernández, Director de Deportes, lo retó a duelo, que finalmente no se concretó. Cuando dos edecanes se presentaron en la casa de Panzeri, en Villa Devoto, Panzeri no se achicó y su
respuesta fue contundente: “Dígale al coronel que elegí armas: los puños. Y que el duelo lo haremos en el Luna Park con público, cobro de entradas y lo recaudado para ALPI y así ayudamos a combatir enfermedades”. Nocaut.

Fue el único periodista argentino que se opuso abiertamente a la realización del Mundial 1978, por considerarlo un despilfarro. Carlos Lacoste, vicepresidente del Ente Autártico Mundial 78 (EAM 78), lo sabía y decidió citarlo en su despacho para discutirlo. Panzeri se negó: “Jamás visité un despacho oficial y menos voy a ir ahora”. Lacoste insistió, lo invitó a su casa y le ofreció elegir el día y la hora. Entonces, en ese momento el jefe de deportes de La Prensa accedió. Acerca de ese encuentro, el propio Lacoste narró: “Panzeri llegó a las 9 y media con dos enormes carpetas y nos pusimos a charlar sobre el Mundial. El expuso sus puntos de vista opuestos a los míos y yo traté de hacerle ver que estaba equivocado. Se retiró casi pasadas las 2 de la mañana. Resultado: no lo pude convencer acerca de la conveniencia de organizar el Mundial, pero Panzeri casi convenció a mi esposa de la conveniencia de no organizarlo”. Finalmente, murió 45 días antes del partido inaugural, con sólo 57 años.

Su metodología era la crítica profunda. La Revista Dislocada, creada por Delfor lo imitaba irónica y exageradamente diciendo: “Ayer vi ocho partidos. Todos mal. Los jugadores mal. El árbitro mal. Hasta los vendedores de panchos desubicados”.

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